¿A veces no te pasa, que de
repente un día no necesitas motivos para levantarte feliz de la cama?
¿Que lo primero que haces es mirar el móvil y ver si te ha escrito
alguien, y si así es, que ese alguien sea quien te esperabas? La
respuesta la sé, a todos nos ha pasado porque somos humanos.
Parece increíble ver
como hasta las personas más autónomas, independientes o
como queráis llamarlo, necesitan un poco de esa media naranja que le
dé ese toque amargo, que tan bien sienta a nuestras vidas. Así, tras ello
vienen un encadenado proceso hormonal que nos hace sentir cosas que nunca
antes habíamos imaginado. Sin darte cuenta, ya te has enganchado a
una nueva droga; sin saber cómo, ya eres dependiente de ella y sin saber por qué,
ya eres tolerante. No sé si llamarlo adicción o necesidad, aunque una
desencadene en la otra y viceversa.
Si eres de los que prefieren llamarlo adicción,
supongo que será porque esa sustancia estupefaciente ya estabas acostumbrado a
verla, y, además, su propia presencia no te incomodaba nada, al contrario, te
hacia vivir más el presente, aunque con la cabeza algo en el pasado.
Sin embargo, también puedes
ser de los que han elegido llamarlo necesidad, quizás por el poco tiempo que
puedes inhalar esa sustancia, o porque vuestras miradas simplemente se cruzan
en una pantalla perdiendo así el contacto humano más verdadero y propio de cada
uno.
Por último, al margen de todo lo
dicho puede que no seas una de estas personas, y por ello, estoy encantado de
conocerte. Mis ojos no han visto más de lo que cuento, sin embargo, si han
visto algo más que no cuento, pero que contaré.
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